miércoles, 30 de marzo de 2011

La locura de Pascual



Había una vez en un lugar lejano un arca llena de animales, los cuales Dios decidió salvar, pues la maldad de los hombres había alcanzado grandes proporciones.

En aquella arca además de los animales, también vivían Noé y su familia. Los animales entraron en pareja y fueron 7 según su especie. Entre la variedad de animales se encontraba Lucry; una anaconda de aproximadamente ocho metros, de piel amarilla con ovales de color negro. Fue Lucry misma la que eligió el lugar donde viviría todo el tiempo que durara el diluvio. El lugar que seleccionó fue el más frio y el más oscuro del arca. Nadie podía verla pues se encontraba completamente escondida entre las sombras. Lo que si se podía divisar algunas veces era el brillo de sus ojos siniestros.

La mayoría de los animales le tenían miedo, nadie se atrevía acercarse y cuando por error alguien se aproximaba a tres metros de distancia; ella elevaba su cabeza y dejaba pasmado hasta el más valiente de los animales, pues su mandíbula. junto con sus colmillos relucientes era lo primero que dejaba a la vista, para luego acompañarlo de un silbido de aire terrorífico. El animal que sufría tremendo susto lo primero que hacía era: PATITAS PA QUE TE QUIERO…a correr.

Aunque Lucry lo hacía más por un instinto de autodefensa, que por agresividad, pues aquel culebrón dentro de sí , guardaba mucha soledad. Había vivido ocultándose día y noche por la persecución que tenían los humanos hacia ella. Incluso llego a creer lo que decían sus perseguidores “que ella era un monstruo, un animal del diablo” por eso nunca supo de compañerismo ni de amistades ya que vivió a salto de mata.

Un día a pascualito se le ocurrió traspasar los límites impuestos por aquella anaconda. Pascualito era un pato muy alegre y querendón. Con aquel andar que lo caracteriza

“pasito tun tun, pasito tun, tun” aquel pato se fue acercando.

Lucry elevo su cabeza. (La altura que lograba aquella culebra era impresionante) mostro sus colmillos afilados y su voz de reptil sonó como un grito de guerra. Pascualito no se inmuto, ni detuvo su andar. Las sombras no permitían ver por completo aquella víbora, apenas se lograba ver la mitad del torso y la cabeza elevada. Los demás animales le gritaban a pascualito con gran desesperación al punto del infarto:

pascualito regresa, que te has vuelto loco” “ es una locura pascual” “ regresa por el amor de Dios” “mira hacia arriba por una tiznada, te van a matar”

Pascualito por fin levanto la vista fue entonces que paro un instante. Pudo divisar al gran monstruo dispuesto a comérselo vivo. Pero; aquel pato indefenso lo único que pudo decirle a la víbora fue un CUAC lleno de firmeza. Sus compañeros no podían creer lo que estaban presenciando: pascualito tratando de atemorizar a aquel culebrón con un simple CUAC.

A pesar de tanto griterío y llamadas de atención que le propinaron sus amigos a pascual este se sumergió perdiéndose entre las sombras. Aquella víbora con cara de ¿WHAT?Miro a cada uno de los animales desde las alturas y como relámpago se perdió entre las sombras en dirección del pobre y aventurado pato.

Todos los espectadores sabían de antemano lo que sucedería. Pascualito seria desaparecido en un solo bocado y su muerte seria espeluznante, pues sería triturado hueso a hueso, hasta desaparecerlo por completo. Por eso los animales emitieron un grito de angustia cuando Lucry se lanzo contra su amigo. Después de eso todos guardaron silencio y cada uno regreso a su lugar.

Pasada una hora el CUAC, CUAC, CUAC, de pascualito puso en alerta a sus compañeros de arca que salieron inmediatamente de sus lugares a ver que estaba pasando. Vieron a su amigo pato trepado en el lomo de aquella serpiente jugando al caballito ¡arre, arre! Por no decir CUAC, CUAC.

No se podía creer lo que se estaba viendo, el gran torso de la víbora transitaba por los pasillos mientras el tremendo de pascualito reía a viva voz CUACUARACUACUA, CUACUARACUACUA. “Vengan, súbanse “les gritaba lleno de alegría “nos les hará daño es nuestra amiga”

Después de un rato de incredulidad y al ver que aquella víbora también se veía alegre y llena de vida. Algunos se arrimaron con cierto recelo, pero luego todo aquel lugar se convirtió en una enorme fiesta donde Lucry se elevaba y daba giros como una montaña rusa, su largo cuerpo se convirtió en un parque de diversión donde los animales se deslizaban y jugaban con gozo.

Lucry hoy por primera vez en su vida era feliz. Pascualito le había compartido el plan de salvación que DIOS tiene para con todos y el había creído dentro de si todas las bondades y promesas que Dios le ofrecía.

Aquella víbora jamás volvió a sentirse sola, pues había sentido el amor del SEÑOR con gran intensidad. Felices y gozosos todos los animales cantaban: CUAN GRANDE ES DIOS

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