domingo, 3 de abril de 2011

TOTO y la incredulidad


Seis días llevaba Toto adentro del arca justamente aparcado como automóvil descompuesto a un lado de la puerta. Había sido imposible moverlo de ahí; rebuznaba como locomotora vieja creando un ruido insoportable. Hasta parecía que sacaba fumarolas de humo de sus grandes orejas.

Seis días aguantando las quejas de aquel burro. De no ser por sus rebuznos yo hubiese creído que aquel pollino era una guacamaya de vecindad. Digo esto pues ¡aaa! como alegaba el rebelde burro:

Decía que lo habían traído engañado al arca. Que exigía un abogado, porque sus derechos burreños habían sido violados. También decía que no sabían con quien se estaban metiendo, que él era un burro influyente. Que cual diluvio ni que ocho cuartos, que todo era una farsa de Noé y su familia y bueno una suerte de bobadas que daban más pena que risa.

El séptimo día fue un poco más agresivo el asunto pues las quejas subieron de tono, además de los alegatos y berrinches Toto comenzó a golpear la puerta con las patas traseras. ¡que grosero burro!

Horas completas escuchando aquel martilleo: tatatatatatata tatatatatatata era de verdad insoportable, en cualquier momento parecía que aquella puerta caería rendida por las patadas de aquel inconforme animal.

Los animales comenzaron a incomodarse, muchos de ellos intentaron convencerle. Se le dijo que todo era por su bien y que el había sido escogido entre muchos burros para tener vida en abundancia. También se le intento convencer cediéndole el mejor y más cómodo lugar del arca para que su estancia fuera placentera. Pero aquel burro era más terco que un burro, no entendía razones.

La gota que derramo el agua, fue cuando el testarudo personaje se le ocurrió gritar a los cuatro vientos que todos sin excepción, eran ignorantes pues no conocían nada de pronósticos climáticos y eso fue algo que el mas melenudo de la selva no pudo soportar y se propuso poner quieto de una vez por todas a aquel asno malhumorado e incrédulo, pero; un gran estruendo como de choques de metales puso la piel de gallina a todo ser viviente dentro del arca. Había comenzado a llover intempestivamente; la palabra de Dios se cumplía a cabalidad.

Aquel ruido fue como si el mismísimo cielo se rasgara o como si las fuentes del abismo se hubieran abiertos. El viento comenzó a silbar y su silbar era como alarido de fantasma. Toto por fin reacciono y fue a ocultarse lleno de miedo bajo las faldas de la jirafa.(no que no tronabas pistolita)

Cataratas de agua caían sobre la madera y su sonido era más fuerte que el de mil burros rebuznando. Toto lleno de miedo y con el corazón entre las patas pedía perdón a DIOS por tanta incredulidad y también daba gracias por haberlo traído a esta arca de salvación.

Durante los demás días aquel burro no abrió el hocico, y jamás renegó de la voluntad de su creador; lleno de alegría comenzó a gozar la vida en abundancia que tenia frente a sus ojos.

1 comentario:

HOMENIC FUENTES dijo...

hola haciendo algunas pruebas de comentarios