martes, 27 de septiembre de 2011

LOS AFANES DE GINA LA HORMIGINA



Pero era el colmo, no era posible lo que estaba sucediendo. Gina la hormigina  estaba enfurecida y fuera de sí. Pobre animalito del Señor estaba más roja que una sandia; miraba con enfado a su grupo de amigas. 
Parecía que se las quería comer vivas.

Como era posible si ella día y noche había trabajado, subiendo y bajando, cargando en su espalda el material necesario para construir el arca. Tanto fue su sacrificio que en ocasiones sirvió de inspiración a Noé; cuando este cansado parecía renunciar.

Por eso no entendía como estas sinvergüenzas ahora decidían abandonar  la carga que habían heredado de sus ancestros: la cual era trabajar sin cesar.

Estos y muchos reproches más les  propinaba Gina la hormigina a todo el hormiguero;  que sin más ni más  habían decidido a echarse a descansar.                                                                        

 Por todo el lugar aquellas hormigas daban un espectáculo de holgazanería. Unas patas arriba, otros pechos a tierra, otras de costado y las más cansadas  despanzurradas con las patotas abiertas, como tomando el sol.

Gina estaba que echaba humo del coraje: donde había quedado el proverbio aquel

” VE  A LA HORMIGA OH PEREZOSO, MIRA SUS CAMINOS, Y SE SABIO”

Pero a pesar de su enojo aquel pelotón de hormigas  siguió en la misma postura deleitándose de su nueva vida dentro del arca. Gina no quiso desistir, siguió trabajando. 

Recorría los grandes pasillos en busca de alimento. Al pasar de los días Gina se sentía orgullosa de sí misma pues acumulo una gran cantidad de alimento. Llego a sentirse autosuficiente, no quería saber nada de sus amigas. Logro hacer un gran almacén y durante semanas construyo murallas para que nadie le fuera a robar todo su esfuerzo.

Mientras tanto las otras hormigas contentas y felices iban de lugar en lugar anunciando a los demás animales las buenas nuevas  de DIOS. Pues muchos de ellos no entendían por que los habían traído al arca.

Gina las miraba de reojo y pasaba junto a ellas como si estas no existieran. Pero por dentro se contenía las ganas  de disfrutar lo que sus holgazanas hormigas gozaban y es que en cada establo, corral, sala, estancia. Había fiesta cada vez que algún animal  se enteraba de que DIOS lo había salvado. Pero lo que más le llamaba la atención es que a sus perezosas amigas nunca les falto el alimento.

Gina endureció su corazón y siguió trabajando hasta el cansancio, el almacén se había convertido en una gigante bodega donde había toda clase de bienes. Gina pensaba que después que terminara este viaje, DIOS por fin vería su trabajo y la dejaría vivir en aquellos nuevos cielos y en aquella nueva tierra.                                                                                                    

Y Por más que sus amigas le explicaban que DIOS ya la había salvado y la aceptaba así como era. Gina seguía  afanada y cargando “SINO DUELE NO SIRVE” decía con firmeza mientras acarreaba toda clase de carga a sus espaldas.

Al poco tiempo GINA enfermo. Su compulsión por el trabajo la  obligaron a quedarse quieta. Al principio refunfuñaba por su situación pero al paso de los días aquella quietud la lleno de paz. Sus compañeras nunca la dejaron sola.

El día que abrieron la puerta del arca un torrente de aire, tiró frente a los ojos débiles de Gina; aquella bodega repleta de bienes: el sacrificio de toda una vida dentro del arca.                     

Esta vez Gina la hormigina no refunfuño ni sintió pisca de dolor por la perdida. Pues al ver la luz que surcaba sus ojos y aquel día glorioso supo lo que era vivir bajo la gracia de DIOS.

A partir de ese día; En aquella nueva tierra. Gina desparramada boca arriba descansaba como nunca en el SEÑOR.




lunes, 12 de septiembre de 2011

Puggy el Cerdito que Dios AMO


Puggy el cerdito del arca, se sentía incomodo y muy inmundo a la vista de todos  los animales. Además que se sentía en desventaja numérica pues su especie era nada más él y su puerquita  pareja.

Las  primeras horas de la mañana  era cuando Puggy muy apartado de todos  agachaba afligido la cabeza, al extremo de rosar el suelo con sus rebosantes cachetes. De por si le gustaba mirar hacia el suelo, en esos momentos parecía  hundirse en su desgracia. Pero más que todo era porque cada mañana los animales se daban tiempo para elevar sus suplicas al creador.

Los gorrioncillos y las aves de bello plumaje se enarbolaban en palabras al elevar su oración al SEÑOR, canticos  y alabanzas  de gran belleza salían de sus picos. De esa misma forma cada animal dejaba salir dulces melodías desde el centro de su corazón, un gran concierto de alto linaje se reproducía cada mañana.

Mas cuando el cerdito, ¡sí! El tal Puggy, aquel inmundo animalito, con su chillona voz  lloraba rogando  al Señor,   Rompía el encanto  de aquella perfecta sinfonía elevada por sus amigos. Era como un eructo  que retumbaba justo en la clase de ética y moral.

 “Tenias que ser cerdo”  exclamaban algunos 

Así era siempre, cuando Puggy empezaba con sus chillidos, sus compañeros empezaban a renegar y daban gracias a Dios de no ser como aquel  mendigo marrano. 

Pero Puggy en vez de callarse cerraba los ojos con más fuerza y suplicaba misericordia al SEÑOR.

A medida que el tiempo paso Puggy se veía muy rosado y cachetón y una brillo inexplicable salía de sus hundidos ojos. No se podía dar crédito pues aquel puerquito  aunque sucio parecía a la vista de todos bello, que digo bello, HERMOSO.

Que había pasado realmente, era como si la mano de Dios hubiese limpiado la inmundicia de aquel animal de un solo golpe.

Los animales comenzaron a buscar explicaciones, ¿cómo era posible, que aquel ser despreciable fuese escogido por DIOS? y por mas que le buscaron alguna razón  posible no encontraron respuestas que les llenara el ojo.


Sin embargo Puggy el débil e insignificante animalito, todas las mañanas, humillado y quebrantado  daba gracias a DIOS por haberlo  salvado.